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miércoles, 28 de mayo de 2008

Una Princesa Diferente

Había una vez un árbol tan alto, tan alto, tan alto... que las ramas estaban por encima de las nubes y por eso no le llegaba el agua de la lluvia a las hojas.
Había una vez una Princesa de las Cosas Pequeñas: Princesa de las motas de polvo, Princesa de los granos de arena de la playa, de los granos de arroz, de los pétalos de las flores y de las hojas de los árboles y... de los puntitos de los fuegos artificiales.
Y claro, la Princesa de las Cosas Pequeñas estaba muy preocupada por las hojas del árbol grande.
Pero como era muy resolutiva, se subió con una regadera pequeñita al Arco Iris y, junto con los que mantenían sus colores, cogió agua de las nubes y regó hoja por hoja.
Se pasó tanto tiempo encima del Arco Iris, que trasladó su pequeño castillo, se hizo amiga de las personas que trabajaban en Mantenimiento Irisado y es muy feliz.
Por eso cuando mires para arriba y veas un castillito en el Arco Iris, es el de la Princesa.
Salúdala de mi parte.

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