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viernes, 26 de octubre de 2007

Asamblea de flores

El jueves por la tarde, estaban todas las flores del Bosque de las Flores, reunidas en el tronco de una enorme Acacia que les había cedido el sitio.
En esta Asamblea Urgente había un punto único a tratar: El viento.
Cuando llegaba la primavera y todas las flores se disponían a sacar sus mejores hojas y pétalos, (porque la primavera es la época de las fiestas de las flores), llegaba el viento y ¡hala!, todas las hojas y pétalos nuevos tenían nuevamente que plancharse y coserse...
- ¡Es un problema grave! - dijo la Hortensia, y lo dijo en un tono en el que se adivinaba que la explosión de color le había afectado mucho en aquella ocasión.
- Pues necesitamos una solución. No puede ser que todos los años nos duren nuestros vestidos nuevos unos minutos. Deberíamos hablar con el viento.
- Sí, pero... ¿quien?. Al final nos va a pasar como los ratones de la casa de enfrente, que no se atrevían a poner el cascabel al gato.
La Margarita estaba indecisa (¿si? o ¿no?); las Rosas decidieron que ese asunto era muy espinoso, el Narciso bastante tenía con cuidar de su belleza, decía que ese año no iba a salir al campo.
Las Amapolas no hacían nada más que llorar porque sus pétalos eran los más volátiles.
Los Geranios estaban haciendo las maletas para irse a Segovia a unos tiestos.
Las Azucenas... bueno, estaban en su mundo de color.
Pero los tréboles de cuatro hojas, que eran muy pequeñitos, pero muy atrevidos decidieron hablar con el viento.
- Total, a nosotros no nos puede pasar nada porque tenemos mucha suerte, nadie nos ve...
Y justo cuando iban a hablar seriamente, fue el viento el que les sorprendió.
Había escuchado toda la conversación y decidió que cada vez que pasase por el bosque en primavera, lo haría despacio, muy despacio, como un susurro...
De esa manera no sólo protegería a las plantas, sino que también las acariciaría.
Y así fue como nació la Brisa.
Y desde entonces sabemos con toda la certeza del mundo que:
- Los tréboles de cuatro hojas fueron los más atrevidos, y todavía siguen escondidos.
- El Narciso siguió igual de guapo.
- Las Azucenas no se enteraron de nada y están felices.
- La brisa la agradecemos todos cuando hace calor.
- Y la Acacia ha puesto un negocio de alquiler de trasteros a los gnomos, que al igual que los tréboles de cuatro hojas, existen pero nadie los ha visto.