Dos amigos estaban muy preocupados porque desde que llegó el invierno de repente, tenían el cuello helado.
Por más que subieran los jerseis, o por más que se abrigasen con el forro polar, daba igual, tenían el cuello helado.
Paseando por las calles de su barrio descubrieron, a lo lejos de la lejanía, un árbol de hojas de colores.
Se fueron acercando despacito al árbol, y mientras tanto se les iba quedando el cuello cada vez más helado.
-¿pero qué es ésto?
Habían descubierto el árbol de las bufandas. Pero todas las bufandas estaban muy altas y el cuello todavía más helado.
Nada, que no alcanzaban.
Se subieron encima de los ladrillos, pero lo que necesitaban era una escalera.
Al final tuvieron una idea: el más fuerte cogería en hombros al otro y alcanzarían dos bufandas.
Y así lo hicieron.
Escogieron la bufanda roja y la de colorines.
Y ya no tuvieron los cuellos helados.
Y las bufandas volvieron a los armarios, que todavía seguían de fiesta. De fiesta de invierno.
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